Al presidir el pasado miércoles la Audiencia General, durante la que abordó el tema de la "centralidad de Cristo resucitado en el misterio de la salvación" en San Pablo, el Papa Benedicto XVI señaló que la humildad y el amor nos hacen participar de la gloria de Dios.
Ante 17 mil personas reunidas en la Plaza de San Pedro, el Pontífice –siguiendo sus catequesis centradas en la figura de San Pablo– señaló que para el Apóstol de Gentes Cristo "es el principio para entender el mundo y encontrar el camino de la historia".
San Pablo "no se preocupó de narrar los hechos aislados de la vida de Jesús", pues "su intento pastoral y teológico encaminado a la edificación de las comunidades nacientes se concentraba todo en el anuncio de Jesucristo como Señor vivo y presente ahora en medio de los suyos".
La característica esencial de la cristología paulina, dijo Benedicto XVI, además del anuncio de Jesús "vivo", es sobre todo el anuncio de la realidad central, "la muerte y la resurrección de Jesús como culminación de su existencia terrenal y como raíz del desarrollo sucesivo de toda la fe cristiana, de toda la realidad de la Iglesia. Para el apóstol, la Resurrección no es un hecho aislado, separado de la muerte: el Resucitado es siempre el Crucificado".
"El Apóstol –prosiguió el Pontífice– contempla fascinado el secreto escondido en el crucificado-resucitado y a través de los sufrimientos de Cristo en su humanidad se remonta a la existencia eterna donde Cristo es uno solo con el Padre".
El Papa advirtió que para entender el pensamiento de Pablo tanto sobre "la pre-existencia como sobre la encarnación de Cristo", hace falta conocer "algunos textos del Antiguo Testamento que resaltan el papel de la Sabiduría anterior a la creación del mundo, como los que hablan de la Sabiduría creada".
Esos mismos textos, explicó "hablan también del descenso de la Sabiduría que puso su tienda entre nosotros", como una prefiguración "de la tienda de carne" citada por San Juan en su Evangelio. "Pero ese descenso de la Sabiduría... implica la posibilidad de que sea rechazada" y San Pablo aclara que "Cristo, al igual que la Sabiduría, puede ser rechazado", agregó.
El Pontífice señaló luego que en la Epístola a los Filipenses, Pablo "desarrolla ulteriormente esta idea de la Sabiduría que desciende para ser exaltada no obstante el rechazo". "El gesto del Hijo de Dios es contrario a la soberbia; es un gesto de humildad que es realización del amor. El amor es divino, por eso a ese gesto de descenso, de humildad radical que contrasta la soberbia humana y expresa realmente el amor divino, sigue la elevación al cielo a la que Dios nos lleva", dijo también.
Por último, en la Epístola a los Efesios, continuó el Papa, el Apóstol aborda "el plan divino de la salvación" cuando dice que "en Cristo Dios quiso recapitular todas las cosas".
"Cristo nos asume y nos lleva a Dios implicándonos en su movimiento de descenso y ascensión, invitándonos a participar en su humildad, es decir, en su amor al prójimo, y de esa forma, en su glorificación", concluyó.
(Acipernsa)
Ante 17 mil personas reunidas en la Plaza de San Pedro, el Pontífice –siguiendo sus catequesis centradas en la figura de San Pablo– señaló que para el Apóstol de Gentes Cristo "es el principio para entender el mundo y encontrar el camino de la historia".
San Pablo "no se preocupó de narrar los hechos aislados de la vida de Jesús", pues "su intento pastoral y teológico encaminado a la edificación de las comunidades nacientes se concentraba todo en el anuncio de Jesucristo como Señor vivo y presente ahora en medio de los suyos".
La característica esencial de la cristología paulina, dijo Benedicto XVI, además del anuncio de Jesús "vivo", es sobre todo el anuncio de la realidad central, "la muerte y la resurrección de Jesús como culminación de su existencia terrenal y como raíz del desarrollo sucesivo de toda la fe cristiana, de toda la realidad de la Iglesia. Para el apóstol, la Resurrección no es un hecho aislado, separado de la muerte: el Resucitado es siempre el Crucificado".
"El Apóstol –prosiguió el Pontífice– contempla fascinado el secreto escondido en el crucificado-resucitado y a través de los sufrimientos de Cristo en su humanidad se remonta a la existencia eterna donde Cristo es uno solo con el Padre".
El Papa advirtió que para entender el pensamiento de Pablo tanto sobre "la pre-existencia como sobre la encarnación de Cristo", hace falta conocer "algunos textos del Antiguo Testamento que resaltan el papel de la Sabiduría anterior a la creación del mundo, como los que hablan de la Sabiduría creada".
Esos mismos textos, explicó "hablan también del descenso de la Sabiduría que puso su tienda entre nosotros", como una prefiguración "de la tienda de carne" citada por San Juan en su Evangelio. "Pero ese descenso de la Sabiduría... implica la posibilidad de que sea rechazada" y San Pablo aclara que "Cristo, al igual que la Sabiduría, puede ser rechazado", agregó.
El Pontífice señaló luego que en la Epístola a los Filipenses, Pablo "desarrolla ulteriormente esta idea de la Sabiduría que desciende para ser exaltada no obstante el rechazo". "El gesto del Hijo de Dios es contrario a la soberbia; es un gesto de humildad que es realización del amor. El amor es divino, por eso a ese gesto de descenso, de humildad radical que contrasta la soberbia humana y expresa realmente el amor divino, sigue la elevación al cielo a la que Dios nos lleva", dijo también.
Por último, en la Epístola a los Efesios, continuó el Papa, el Apóstol aborda "el plan divino de la salvación" cuando dice que "en Cristo Dios quiso recapitular todas las cosas".
"Cristo nos asume y nos lleva a Dios implicándonos en su movimiento de descenso y ascensión, invitándonos a participar en su humildad, es decir, en su amor al prójimo, y de esa forma, en su glorificación", concluyó.
(Acipernsa)
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